Encinas, lentiscos, alcornoques, romeros y jara comparten suelo con las plantas de mora, sin barreras, sin expulsiones. Aquí no hay monocultivo, hay convivencia. El monte protege, regula, equilibra. Y nosotros lo cuidamos con la misma dedicación que al fruto. Este modelo de agricultura regenerativa nos permite producir moras de calidad sin romper el equilibrio del ecosistema que las hace posibles.