Entre la brisa atlántica y la luz del sur, nuestras fincas conviven en simbiosis con un ecosistema único. La principal, El Bosque, es mucho más que una finca: es el alma de La Canastita. Allí, las plantas no solo crecen, respiran junto al monte bajo, bajo el refugio de encinas, jaras, lentiscos y romeros.
Este agroecosistema natural convierte cada fruto en una expresión del entorno. Las largas horas de sol que ofrece la provincia